2.10.13

PALAS DO REI - RIBADIXO DE BAIXO


3 de septiembre, domingo 

          Salimos temprano, desayunamos frente al albergue e iniciamos la andadura con un zig-zag contínuo en torno a la carretera. Caminamos por amplios campos de maíz y cereal ya segados, y penetramos en extensos bosques de eucaliptos repoblados que producen una fresca sombra y un ambiente balsámico que ayuda a que vayan desapareciendo las moscas.
          Abandonamos la provincia de Lugo y entramos en la de La Coruña, pasando de nuevo por un buen número de aldeas hasta llegar a Furelos, donde está la iglesia de San Juan, cuyo párroco nos explica su versión del "cristo del brazo caido". Aquí coincidimos con Mateo, un niño suizo de 4 años que con su hermano de la misma edad y sus padres, va haciendo la etapa como un mayor. Es estupendo verles.
          Llegamos a Melide. Como es domingo hay feria y también una concentración de la tercera edad que ha traído a la ciudad a unas 5.000 personas, por lo tanto un inmenso gentío y ambiente de fiesta. Nos detenemos en la pulpería Ezequiel a deleitarnos con su excelente "pulpo da feira" y nos llevamos un imponente susto al atragantarse Antonio con un trozo de chorizo del bocata, menos mal que estaba Julián a su lado y le practica acertadamente la maniobra de Heimlich consiguiendo normalizar la situación.
          Atravesamos el pueblo en fiesta y retomamos la caminata sin Manolo que se queda en una cafetería a ver el partido de baloncesto en el que España se proclamaría campeona del mundo. La ruta nos presenta subidas y bajadas continuas que hacen el trayecto bastante pesado, deteniéndonos en la iglesia de Santiago de Boente a instancias del cura que nos felicita por estar haciendo el Camino y nos da una pequeña charla, nos viene bien el descanso y mejor aún el refrigerio que nos tomamos en el bar de al lado, donde admiramos una fantástica colección de más de 800 gorras todas diferentes.
          Seguimos por terreno ondulado que parece no tener fin y pasamos por Castañeda donde existía una simpática tradición, indudablemente puesta en marcha por algún vivo negociante, que consistía en hacer portar a los peregrinos una piedra de cal para los hornos con la excusa caritativa de que era para las obras de la iglesia, así miles de peregrinos con su piedra lograban abaratar los costos de la fabricación de la cal.
          Tras un montón de cuestas más, llegamos al singular albergue de Ribadixo de Baixo. Se trata de una construcción de piedra en varios módulos situada en medio de un valle junto al río Iso y rodeada de una extensa pradera verde, un fantástico lugar para descansar de verdad y una de las joyas de la corona de los albergues gallegos.
          Después de la colada, la ducha y el baño de algunos en el río, un breve descanso y un tranquilo paseo por el relajante entorno hasta el atardecer.  Luego, nos juntamos toda la peña a cenar en uno de los dos bares que hay en los alrededores, eligiendo el que está en lo alto de una colina y que luego bautizamos como el "bar de las nueve y media", por la insistencia de la camarera en que tenía que marcharse a esa hora. Tras varias graciosas incidencias que hicieron ciertamente divertida la cena, volvemos al albergue donde se improvisa una agradable tertulia a la luz de las estrellas, pero el cansancio no tarda en mandarnos a dormir.










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